Los procesos que llevan al éxito creciente y sostenido de empresas y "emprendimientos", son múltiples y diversos. Pero, como señalamos en otros trabajos y reflexiones, estos procesos tienen que ser convergentes y, al mismo tiempo, visionarios, ordenados y sistemáticos.
Cuentas ordenadas y sistemáticamente llevadas es un requisito esencial; pero, sin visión, esos esfuerzos se agotan prontamente; y, lamentablemente, no tienen vuelo. Como dice el viejo dicho latino "Pedes in terra ad Sidera visus." Esto es, con los pies en la tierra y la mirada en el cielo.
Los pies en la tierra son las cuentas ordenadas y sistemáticamente llevadas, La mirada en el cielo, es la visión, única responsable, y prometedora fuente de creatividad, anticipación y capacidad, para ir y viajar más allá de los estrechos límites de la rutina diaria y consuetudinaria que, con visión tanta falta hace. Pero que, sin esta última, tan poca sostenibilidad y belleza da a nuestros esfuerzos de cualquier naturaleza.
En el seno de las empresas y "emprendimientos", los procesos que garantizan sus éxitos crecientes y sostenidos, requieren de "servo" mecanismos, suficientemente plásticos y ágiles como para anticipar y satisfacer demandas cada vez más rápidamente y mejor que los demás en la competencia, adaptando, para tal fin, toda las estructuras y procedimientos internos, con la misma agilidad y plasticidad; y, tal vez, procurando y logrando una sinergia cada vez más rica y efectiva con esos mismos competidores en el mercado.
Ahora bien, en este marco, nos preguntamos ¿cómo desarrollamos efectivamente nuestra visión, y en qué factores claves de nuestras empresas y emprendimientos, concentramos esas visiones?
Pues bien, primero, veamos ¿cómo podemos desarrollar efectivamente nuestra visión.? Tenemos que, en primer lugar, mirar siempre al mundo que nos rodea, sin preconcepciones y sin juicios de valores, tal como si lo viéramos por primera vez. Todos en el medio que nos rodea pueden ser nuestros mejores clientes. Pero, sobre todo, nuestros mejores clientes son, sin duda, los clientes que ya tenemos. Los clientes que ya tenemos, son nuestro principal activo. Son las joyas más preciadas de cualquier "emprendimiento" o empresa.
Nuestros empleados, los que ya tenemos son también y antes que los anteriores, más que nuestros empleados, nuestros mejores clientes potenciales y actuales. Son a ellos como a los anteriores a los que, en primer lugar, tenemos que cultivarlos. Todos ellos son, en conjunto, nuestra principal fuente de ingreso. Y, al mismo tiempo, nuestra principal limitación. Es a nosotros y a ellos mismos la responsabilidad de que, en conjunto, formemos equipos; y, trascendiendo relaciones empleado / patrón o empresarios / clientes, en conjunto nos constituyamos en asociados, y cuando más estrecha y sinérgicamente asociados mejor.
De igual forma, tenemos que ver a nuestros proveedores y empresarios tercerizantes de cualquier servicio.
A todos ellos: clientes externos, empleados o clientes internos, proveedores o interlocutores de cualquier naturaleza, no tenemos que etiquetarlos. Etiquetar anticipadamente a nuestros clientes o asociados como buenos o malos, como frecuentes o no frecuentes, como simpáticos o antipáticos, como rentables o no rentables, como caros o baratos, como fáciles o incómodos, en fin, como deseables o no deseables, nos pone una barrera, antes de haber comenzado. Nuestra actitud hacia fuera y dentro de nuestros "emprendimientos" y empresas tiene que ser, en este sentido, inocente y desprejuiciada.
Todos nuestros asociados son igualmente buenos y necesarios. Ninguno es malo o inconveniente antes de haberlo así demostrado. E, incluso después de haberlo demostrado, es posible que, haciendo lo que tenemos que hacer, ese asociado, en cualquier papel, quien ha demostrado ser inconveniente, pueda transformarse en bueno o conveniente, e incluso en uno de nuestros mejores clientes, empleados, proveedores, socios o lo que sea.
Esta actitud mental de "inocencia" o de "apertura," incondicionada, pero no negligente, es nuestro principal aliado para desarrollar la visión que como empresarios y emprendedores necesitamos para que, nuestros procesos, ordenados y llevados sistemáticamente, en efecto den sus frutos, en términos de rentabilidad; y, por supuesto, en términos de nuestro desarrollo empresarial competitivo, creciente y auto-sostenido.
Lo anterior es tal vez la actitud primera que tenemos que adoptar para desarrollar una verdadera visión que dé alas a nuestros esfuerzos empresariales sistemáticos. En ¿qué factores claves tenemos que concentrarnos?.Esa era la segunda parte de la pregunta más arriba. La respuesta correspondiente, ya la dimos. Tenemos que concentrarnos en nuestros clientes más inmediatos. Tenemos que visualizar a nuestros clientes en una serie de círculos concéntricos. En el primero están nuestros clientes internos, nuestros empleados. En el segundo, están los clientes que ya están en nuestra cartera. En el tercero, están los que tal vez tengan algún interés, ya identificado o inferido con nuestros productos o servicios. Y en los círculos sucesivos, la masa de población, no segmentada, entre los cuáles pueden o no haber clientes potenciales.
Nosotros tenemos que concentrarnos en ese orden. Nuestros mayores esfuerzos y recursos tienen que destinarse a la población en el primero de los círculos, y, en orden decreciente, en cada uno de los demás. Las expectativas de retorno, lo cual hay que confirmar, están proporcionalmente en el mismo orden. Podemos esperar una mayor rentabilidad relativa de nuestras inversiones, de nuestros esfuerzos y, sobre todo, de nuestro compromiso y sincero apasionamiento, con la población en el primero de los círculos y así sucesivamente y en orden decreciente respecto a las poblaciones en los demás círculos.
Es probable que si ordenamos a los "emprendimientos" y empresas de cualquier lugar del mundo, sector o región por la forma en que distribuyen sus recursos y sus "apasionamientos", "compromisos", "amores" o simplemente respeto entre estas poblaciones, nos encontraremos con que aquellas que son congruentes en el sentido arriba sugerido, son, proporcional y equivalentemente, más exitosas y consolidadas que las demás.
Con esta actitud de visión y sistematicidad debidamente aunadas e inextricablemente estrechas, los emprendedores y empresarios, pueden en efecto hacer grandes transformaciones y, sobre todo, transformaciones oportunas y anticipatorias de las demandas del medio que los rodea.
En otro trabajo, señalamos la importancia crucial de la integración del medio externo, del mercado, de la comunidad, dentro mismo del seno de las empresas o "emprendimientos", como condición, sine qua non, para que la empresa tenga éxito. En esta reflexión, sin para nada desmerecer este requisito, agregamos este componente o énfasis adicional. Esto es, la necesidad de "mirar al mundo sin etiquetas," desprejuiciadamente, con una actitud siempre experimentadora. Y, sobre todo, con la disposición y capacidad y el compromiso y "enamoramiento" necesario, para ir descubriendo, sin reticencias, y siempre dispuestos a realizar las transformaciones que la realidad y las viabilidades del momento lo permitan.
Al fin y al cabo, el éxito empresarial creciente y sostenido, es siempre función de la capacidad empresarial para identificar y realizar oportuna, adecuada, eficiente y rentablemente, las oportunidades del momento; y para, en ese proceso, siempre aumentar y aprovechar cada vez mejor nuestras potencialidades. Y, ¿por qué no decirlo?. Esto es necesario para siempre mejorarnos a nosotros mismos, y mejor realizar nuestra concomitante capacidad para, naturalmente, transformar nuestras debilidades en fortalezas, nuestros desafíos en oportunidades realizadas efectivamente; y, a todo ese conjunto, en ventajas comparativas apreciadas, buscadas y, por supuesto, bien recompensadas.
Dr. Alberto D.R. Salinas-Goytía
CPN - Consultor Internacional